jueves, 16 de enero de 2014

Dian Fossey

En el 82 aniversario de su nacimiento el mundo todavía llora la brutal muerte de Dian Fossey

Tal día como hoy la defensora y dama de los gorilas Dian Fossey habría soplado 82 velas rodeada de su única familia, los primates, por ello Google le rinde un sentido homenaje en su nuevo doodle. Sin embargo, casi 30 años después de su muerte no se han esclarecido las circunstancias de lo que fue un brutal e injusto asesinato.


La vida de Dian Fossey fue bastante común hasta que en 1963 decidiera emprender un viaje a África que cambiaría su vida para siempre. Sin ninguna experiencia y solo con su ilusión y sus convicciones como equipaje, inició una aventura de 22 años que la llevó a intengrarse en la comunidad de primates y a conocerlos mejor que ninguna otra persona hasta entonces.

Pero su implicación emocional con los gorilas le costó la vida. Su defensa a ultranza del habitat y la integridad de estos animales la llevó a un devastador final. El negocio de los gorilas sin duda aportaba una gran riqueza a Ruanda, tanto desde el puto de vista turístico como en la caza, actividades a las que Fossey se oponía firmemente y que boicoteó hasta sus últimos días con patrullas anti caza, con lo que sin duda fraguó importantes y peligrosas enemistades. Estas patrullas destruyeron trampas furtivas, acabaron con los cepos y lograron confiscar numerosas armas como lanzas y machetes a los cazadores.

El 26 de diciembre de 1985 el cuerpo de Dian Fossey fue encontrado en su cabaña, junto a su cama con el cráneo partido. Las avidencias apuntan a que el asesino vigiló los pasos de Fossey hasta el punto de conocer su rutina y poder entrar en su vivienda cuando era más vulnerable. Al parecer Dian Fossey intentó defenderse cargando su arma, pero eligió la munición equivocada por lo que no pudo proteger su vida. El arma que acabó con ella fue un machete que años atrás había confiscado a un cazador furtivo en sus patrullas anti caza y que guardó en su cabaña como decoración.

Las circunstancias de su muerte sigue siendo un misterio pues Fossey había hecho importantes enemigos tanto entre los cazadores como con las autoridades locales. Sus patrullas para boicotear la caza causaron sin dud agrandes pérdidas a los furtivos que ganaban grandes sumas vendiendo las cabezas de los primates como decoración y sus manos como ceniceros. Por otro lado la oposición de Fossey al turismo en la zona de los gorilas daba muchos dolores de cabeza a organizaciones que se lucraban utilizando el nombre de la zoóloga y que recaudaban sumas millonarias que supuestamente eran destinadas a la defensa de los primates.

Semanas antes de su muerte, la Oficina de Turismo de Ruanda denegó la renovación del pasaporte de Dian, pero gracias a la ayuda de un secertario de inmigración amigo suyo, consiguió una renovación de dos años, acción con la que firmaría su condena a muerte. Entre los cusados como responsable de su asesinato figuran un hombre conocido como "Señor Z" con cargos por instigar y participar en el brutal genocidio ruandés que en 1994 acabó con la vida de casi un millón de ciudadanos de la tribu Tutsi y Protais Ziriganyirago, cuñado del entonces presidente y jefe de la mafia de cazadores furtivos.

El cuerpo de Dian Fossey fue enterrado en el cementerio que ella misma creó para los gorilas, cerca de su amigo el primate Digit. Aunque su legado sigue vivo, la obra por la que tanto luchó, tras el genocidio de Ruanda, práticamente se ha desvanecido.

Fuente: laverdad.es

 

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